Un año más, llega esa semana tan deseada, esa semana,
que conmemora, la Pasión, Muerte y Resurrección, de ese revolucionario de su época,
al que llamaban Jesús el Nazareno, ese hombre, problemático que hablaba de
igualdad, ese hombre que arrastraba con el poder de su palabra a las gentes,
ese pregonero, que decía que su Reino no era de este mundo, ese hombre que con
su simple voz, resucitaba a los muertos, ese visionario, que nadie entendía y
que hablaba con parábolas, hipótesis, ejemplos, ese hijo, de un carpintero que
hacia milagros, que duplicaba el pan y la cesta no se agotaba, para poder dar
de comer, a un gentío que estaba escuchando sus enseñanzas, ese hombre, que
perdonaba a sus enemigos, poniendo su otra mejilla, ese ser supremo, que entendía
y compartía las miserias del pueblo, ese anarquista de su tiempo, que llamaba
fariseos a los sumos sacerdotes, que representaban el poder religioso, de los
años que le toco vivir.
Pues en la Semana Santa, se honra
y venera a nuestro Salvador, el HIJO DE
DIOS. En todas las ciudades de nuestra geografía, se celebran estas fechas,
con un doble sentido, el religioso y el lúdico. Hay personas que viven
intensamente esta semana, no perdiéndose ningún acto religioso, procesiones, celebraciones
en las iglesias , etc. Sin embargo otras personas tienen otro concepto de la
Semana Santa y les sirve de unas mini vacaciones, trasladándose desde su lugar
de origen a las Playas, a la montaña, a los chalet, a sus Apartamentos, el caso
es pasar unos días tranquilos y agradables y olvidarse, de la monotonía
cotidiana, del día a día, todas las posturas son de respetar y cada persona,
adapta esta Semana Grande y la celebra como lo estima conveniente, de acuerdo a
su idiosincrasia y forma de ver la vida eso, es, lo que hace a los hombres grandes,
con su libertad y razocinio.
Yo como creyente que soy y de lo
cual me siento plenamente orgulloso, hago una combinación de actividades,
entremezclo, los actos religiosos, con la satisfacción de saborear unos días de
descanso y relax con la familia, donde sobra tiempo para todo, desde ver una
procesión, o asistir a la Iglesia aun acto, hasta pasear por la playa y
reflexionar, viendo en el agua del mar, la grandeza de nuestro Creador, al cual
le debemos todo, lo que somos y sobre todo, ese bien tan preciado, para el ser
humano, como es, la VIDA que ahora
por desgracia, tiene tan poco valor para algunas personas.
Por lo tanto la Semana Santa,
debe servirnos a todos, creyentes o no,
como recordatorio, de que tenemos una conciencia, una parte espiritual, una
porción interior de nuestro ser, que rige casi siempre, el destino, de cada persona,
por lo tanto intentemos, pasar una buena Semana Grande, llena de armonía y en libertad.