ALICANTE  Y

SUS HOGUERAS

 

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   A llegado por fin el deseado mes de Junio, la ciudad despierta a la fantasía e ilusión, se empieza a respirar en el ambiente, algo sé esta gestando, ya falta menos y aunque todos los años experimentamos la misma sensación, cada vez es diferente.

 

 La ciudad se prepara, a vivir estas jornadas festivas, las calles se adornan con sus mejores galas, se instalan multitud de arcos de luz con miles de bombillas, dispuestas a brillar durante la noche, van a ser días de tradición desbordada, todo esta a punto para iniciar este evento, que provoca que los moradores de la ciudad se echen a las calles, para celebrar con intensidad y desenfreno, las hogueras de San Juan.

 

En la plaza de los Luceros como es tradicional, todo esta punto para disparar, conforme marcan los canones, la primera mascletá, preludio de unas jornadas agotadoras de entusiasmo popular, por vivir este acontecimiento, que levanta pasiones entre los moradores de nuestra población.

 

La pólvora elemento indispensable de esta celebración, con su ronco y atronador sonido y su olor característico, mueve a este pueblo mediterráneo a vivir sus fiestas, como si de algo nuevo e innovador se tratara.

 

Y como obviar a la protagonista por excelencia, la mujer alicantina, la flor y el alma de la fiesta, la razón de su existencia, con su traje de novia, esultante, bella, hermosa, radiante, iluminando con su presencia, todos los actos que se desarrollan durante estas jornadas, pasacalles, ofrenda de flores, desperta y muchos más.

 

La mujer como epicentro, representando a nuestro pueblo, honrada por, foguerer, barraquer, padres, novios, hermanos y por todas aquellas personas, que tienen la suerte de vivir in situ, estos días de alegría y regocijo popular.

 

La ciudad, no duerme ni descansa durante estos días, la cara del moro, desde ese lugar predominante observando como un centinela, los actos que se están realizando en la urbe, las personas entregadas a las labores propias de este evento, para que todo salga perfecto.

 

 Los monumentos fogueriles plantados, erguidos y orgullosos de lo que representan, tres días plenos de vida y alegría, esperando  la jornada grande, el día de San Juan, y a partir de las 12 de la noche, las hogueras, nacidas y creadas de madera y cartón por la imaginación y las manos del artista, desaparecerán por medio del fuego exterminador, como si de un espejismo se tratara, será el colofón y punto final de estas fiestas, que tanto amamos los alicantinos y alicantinas.

 

Pero esto no acaba esa noche, vuelve a renacer de las cenizas otro nuevo año, con la misma ilusión o más que el anterior, otra vez a iniciar el ciclo festero, renovados con el fuego de San Juan, tristes porque la fiesta ha terminado, pero contentos porque vuelve a empezar, al instante.

 

Alicante otra vez más va ha demostrar al mundo, con sus hogueras, que respecta sus tradiciones más arraigadas, llevándolas a la practica cada año y sus moradores se sienten muy orgullosos de compartir con propios y foráneos, estas fiestas tan bonitas, que integran a todas las personas, haciéndolas olvidar por unos días la cotidianidad y abocándolas a un mundo de ilusión y fantasía, en esta tierra mediterránea cuyos ingredientes, de colorido, música, pólvora y mujeres preciosas, provocan que todas las personas, que nos visitan estos días, sientan la fiesta como suya.

 

PUBLICADO EN LAS PROVINCIAS 28/05/2003     

 

 

 

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Datos de interés:


El origen de las Hogueras de San Juan es incierto, pues ancestral es la costumbre de encender grandes hogueras en la víspera del día consagrado al santo, donde consumir muebles viejos o envases inservibles de madera y cartón. No obstante, sí es posible datar el momento en el cual la tradición se convierte en fiesta y el pueblo de Alicante vierte los más diversos esfuerzos en preparar la más luminosa de sus noches.

La fundación del festejo en sí fue relativamente rápida. La idea partió del andaluz José María Py y Ramírez de Cartagena, quién, antes de afincarse en Alicante, pasó varios años en Valencia, participando en el espectáculo de las Fallas. De la provincia vecina, el susodicho importó la idea, mas con la particularidad de dotarla de otro nombre y distinta fecha, de tal modo que la fiesta alicantina poseyera definición propia. La sugerencia fue muy bien recibida y, en el mes de marzo de 1928, el periódico "La Voz de Levante" publicó un artículo de su puño y letra titulado "Les falles de San Chusep, en Valencia, y les fogueres de San Chuan, en Alacant".

Ante la nueva proposición, no tardaron en formarse comisiones en varios distritos para iniciar la provisión de fondos. También, se organizaron funciones para aumentar los ingresos y en el Teatro Nuevo tuvo lugar una representación a beneficio de la hoguera de la Plaza del Ayuntamiento en la que se proyectó una película sobre las fallas valencianas y actuó la artista alicantina Juanita Saeta de forma desinteresada. Tal fue el interés creado por la posibilidad de los nuevos festejos que todos los periódicos alicantinos de la época ("El Luchador", "Diario de Alicante", "El Día", "El Correo", "El Tiempo" y "La Voz de Alicante") reflejaron en sus páginas todas las incidencias que se producían.

Finalmente, el 29 de mayo, el alcalde de Alicante, Julio Suárez-Llanos y Sánchez, concedió autorización para la celebración de los festejos, para cuya primera edición se presentaron nueve distritos oficiales a concurso. Dispuestos desde el primer premio al último lugar, éstos fueron los lemas de las hogueras y el lugar de su ubicación: "Parada y fonda", del barrio de Benalúa (primer premio dotado con mil pesetas en plata); "Les presidensies de Torrejón", en la Plaza de Isabel II (segundo premio de seiscientas pesetas); "El Tío Cuc y el Cuquet en el globo", en la Plaza de Chapí (tercer premio de cuatrocientas pesetas); "Port peixquero", en la Avenida Méndez Núñez; "La millor terra del mon", en Alfonso el Sabio; "De Jauja a Jijona", en la Plaza del Ayuntamiento; "Unión Regiona"l, en la calle Benito Pérez Galdós; "Escena picaresca", en la Plaza Reina Victoria; y "Nunca es tarde", en la Plaza del Mercado.

La decisión más difícil correspondió al jurado encargado de conceder los galardones, compuesto por Javier Gaztambide, como presidente, y Aureliano Abenza, por parte del ayuntamiento; Miguel Llopis, por la asociación "Alicante Atracción", impulsora de las fiestas; Eduardo Irles, por el Ateneo; dos representantes de la Asociación de la Prensa y uno del Círculo de Bellas Artes, como vocales. Este jurado valoró la labor de Juan Such, Gastón Castelló y José Marced, quienes, con las mil pesetas de premio, aportaron dinero para hacer frente a la inversión de la comisión, invitaron a cenar a los componentes de la misma y donaron el dinero sobrante – unas quinientas pesetas - al Asilo de Ancianos, según versión personal del propio Gastón Castelló.

De la plantá a la cremá

Tan buen inicio se confirmó el siguiente año, con la preparación de diecinueve hogueras que decoraron distintos puntos de la ciudad. Las comisiones dispusieron de más tiempo para organizar colectas y rifas y el ayuntamiento aumentó la cuantía de los premios, cuestión solicitada por los foguerers, además de mantener una subvención de 250 pesetas a las hogueras que no obtuvieran galardón alguno.

Les Fogueres de Sant Joan han mantenido desde su inicio la estructura actual y han sido declaradas de Interés Turístico Internacional. Las fogueres son monumentos de cartón-piedra, compuestos por figuras humanas denominadas ninots, y escenas con las que se satiriza la realidad. Las diferentes composiciones han de ser instaladas (la plantá) durante la noche del 21 de junio, mientras se inician en las barracas (especie de sedes sociales de las distintas comisiones, donde se come, se bebe y se baila) unas jornadas de intensa participación popular.

La noche del día 24, día de Sant Joan, se celebra el rito mágico de la cremá de todas las hogueras, a partir del disparo de una monumental palmera pirotécnica en la cumbre del monte Bencantil. No obstante, las llamas no podrán devorar al ninot indultat, la composición escultórica que, según los alicantinos, posee la mayor gracia y calidad artística. Liberada del fuego, la figura indultada se lleva al museo de Les Fogueres, sito en el castillo de Santa Bárbara, para su conservación y contemplación.